DOMINGO 24-11-2019: EL RÍO EN MÍ (Teatro)

LUGAR: MOSCÚ TEATRO - Camargo 506 - CABA
FUNCIÓN: DOMINGO 24 de noviembre a las 17.00 hs
ENCUENTRO: en el hall del teatro a las 16.30 hs
ENTRADA:$ 350,00 / JUBIL con carnet: $ 250,00

Podés RESERVAR ON LINE en el enlace de alternativa teatral: http://publico.alternativateatral.com/entradas63683-el-rio-en-mi?o=15

También podés comprarla on line allí pero tiene un recargo del 10 % por servicio.-
Teléfono del teatro: 2074-3718
Web: http://www.moscuteatro.com.ar

EL RÍO EN MÍ
de Francisco Lumerman




Una planta industrial se instala cerca de la ciudad a orillas del río. La naturaleza se altera: el río ruge y la Katupirí crece amenazando arrasar con todos.



Ficha técnico artística
Dramaturgia: Francisco Lumerman
Actúan: Claudio Da Passano, Mercedes Docampo, Malena Figó, Elena Petraglia
Diseño de vestuario: Rodrigo González Garillo
Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo
Diseño de luces: Ricardo Sica
Diseño sonoro: Julián Galay
Fotografía: Manuela de Miguel, Rodrigo Illescas
Diseño gráfico: Martín Speroni
Asistencia de dirección: Manuela de Miguel, Mariano Novillo
Prensa: Carolina Alfonso
Producción ejecutiva: Zoilo Garcés, Cecilia Santos
Dirección: Francisco Lumerman


EL RÍO EN MÍ: tan fascinante como para no querer que concluya...
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DOMINGO CON TARDE DE TEATRO: "EL RÍO EN MÍ " 😍👌
UNA LECCIÓN DE TEATRO Y POESÍA, MUY RECOMENDABLE !!
Una historia actual en nuestro litoral, con intriga y suspenso. Muy buenas actuaciones de los 4 protagonistas, se destaca Malena Figó en un papel de mucha sensibilidad, dramatismo y locura. Hermosa la interpretación y la voz dulce de Mercedes Docampo.





Muchas gracias por venir a ver muy buen teatro independiente !! 😍👍 
Y faltó Susana en la foto...



2 comentarios:

  1. OPINIÓN DE JUAN CARLOS FONTANA: Muy buena
    El intenso poder de la desdicha define a estos personajes creados por Francisco Lumerman, que parecen extraídos de una pintura impresionista. Algo bucólicos, inmersos en sus propias fantasías, muchas de ellas apoyadas en realidades tan terribles como adversas, los cuatro intérpretes de este relato con algo de costumbrismo litoraleño, a pesar del aspecto algo monstruoso de sus personalidades, ejercen una cierta fascinación.
    El río en mí bien podría convertirse en un film, porque ese único espacio en el que se mueven estas criaturas, de distintas edades, imaginadas por el también autor de El amor es un bien, tiene algo de un constante hablar de un afuera -el río, las casas deshabitadas, las plantas-. Ese exterior que se metió en la vida de estos seres los arrincona a una supervivencia, después de las pérdidas, que hasta pareciera por instantes provocarles un sabor reconfortante. Es paradójico, pero a veces el dolor puede resultarles agradable y ayudarlos a mantener su existencia a flote. Eso es lo que une a estos personajes que les gustaría querer asestarse unos a otros un golpe de gracia, pero, sin embargo, no se atreven.
    Dueños de un desatino que los castigó de frente, como un fenómeno de la naturaleza, el autor arrastró a sus personajes a una espiral de cotidianidades tan intensas como sumergidas en pequeñas anécdotas que se van dando a conocer de a poco, lentamente, como aquel que degusta una bebida y no quiere que se termine,
    Algo de ese no querer que la pieza concluya le sucede al espectador, que a poco de comenzar la representación se siente extrañamente atraído a ese universo de soledades, en las que cada uno exhibe sin pudor sus fantasías y deja salir sus fantasmas con la impunidad del que asume culpas y desaciertos.
    Francisco Lumerman es un agudo e imaginativo observador de las debilidades humanas, a las que trata con una ternura muy personal, la misma con la que dirige a sus actores. Lo suyo es como si intentara comprender el desamparo en el que sumergió a sus personajes. Claudio Da Passano, Malena Figó, Elena Petraglia y Mercedes Docampo exhiben cualidades actorales tan únicas y valiosas que escucharlos y verlos nos acerca a esos cuentos que se releen una y otra vez, como si en cada lectura intentáramos descubrir algo nuevo.

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  2. Cruce entre una leyenda y un tópico social: es una de las definiciones posibles para El río en mí, trabajo que Francisco Lumerman –como dramaturgo y director– acaba de estrenar en su espacio-escuela Moscú. La ficción está construida a partir de algunos disparadores de El malentendido, de Albert Camus. Una planta industrial se instala cerca de una ciudad a orillas de un río y la naturaleza se altera. El río ruge y hay una planta que crece amenazando arrasar con todos. Es la “katupirí”, palabra que en la vida real no significa lo que aquí, de la que el autor se valió para crear este peculiar universo.
    Lumerman confiesa que le costó la vida artística después de El amor es un bien, notable y emotiva obra que fue vista por más de 10 mil espectadores. Un montón tratándose del ámbito independiente. Apareció en 2015 y sigue en cartel (sábados a las 20 en La Carpintería, Jean Jaurès 858, hasta el 13 de abril). Como este espectáculo es una versión libre de Tío Vania, no eran pocos los que le sugerían volver a hacer un Chéjov. “Lo que pasó con El amor… es lo que uno siempre desea pero no siempre pasa. Es un trabajo honesto en cuanto a su texto y armado, su elenco y su no pretensión. Empezar en un lugar tan corrido, sin expectativas, hace que no funcione ninguna lógica sobre qué podría pasar”, dice el creador. “El ejercicio era volver a lo que a mí me daban ganas de contar, y no trabajar para repetir eso. Me costó y me da miedo. Pero cuando más cerca estoy de lo que deseo, menos me importa lo que se diga. Si hago lo que quiero y no viene gente, bueno, igual hice lo que quise”, analiza.
    Como sucede muchas veces en el off, es el deseo de alguien de trabajar con otro artista el que motoriza la pieza. Figó había sido dirigida por Lumerman en No daré hijos, daré versos y le habló de volver a trabajar juntos. Luego se sumaron la pareja de la actriz (Da Passano) y su madre (Petraglia). El espectáculo traslada al espectador a un hotel de pueblo del interior a cargo de una madre y su hija –la escenografía es “monstruosa” por lo enorme, en palabras del director–, y la trama se va desplegando en relación a una serie de ausencias y apariciones. Un lenguaje poético construido desde la dramaturgia se entrelaza con la intención de abordar una temática social. Hay un hombre fallecido en trágicas circunstancias y hay un pueblo que ha visto alterada su fisonomía y su espíritu a raíz de la contaminación. La contaminación humana y la ambiental son dos caras de la misma moneda. De ahí el título: las aguas son turbias también adentro.
    “Malena y Carlos me hablaron de El malentendido, una obra de la que tomamos algo. Fue un trabajo de a poco. Tardé un año y medio en escribir la obra. Todos seguíamos haciendo 800 mil cosas, nos juntábamos cada tanto y yo les leía lo que iba escribiendo”, cuenta Lumerman. Del texto de Camus tomó apenas “la anécdota”. El hotel, la madre y la hija, la llegada de un hombre que es el hijo de la señora, la posibilidad de que lo mataran. “Lo que me interesó era que personas cercanas no se reconozcan, como pasa con esta madre y su hijo. A partir de ahí se me empezó a armar algo de una leyenda. Tengo ascendencia paraguaya y empecé a leer mucho sobre leyendas guaraníes. ‘Katupirí’ no existe. En realidad, en una gira por San Pablo, descubrí que era un queso… no lo sabía. Escribí mezclando con palabras guaraníes, pero ésa no existe”, detalla el autor.

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