DÓNDE: ARTHAUS - Bartolomé Mitre 434 - CABA
CUÁNDO: sábado 25 de enero a las 17.00 hs. recorremos algo por nuestra cuenta y luego permanecemos para participar de la Visitia Guiada a la muestra, que se iniciará a las 18.00 hs.
ENTRADA: LIBRE Y GRATUITA

CALAVERA 2
La familia Simpson, entre personajes de ficción e históricos, está modelada en una de las doce calaveras que los artistas hicieron entre 2009 y 2013, todas vendidas
“En el centro se ubica la codicia que provoca toda esta destrucción”
BAPTISTERIO DE LOS COLORES
Dúo Mondongo conformado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha presentan el "Baptisterio de los colores" instalación exhibida en la terraza del piso 7mo. de Arthaus. Es una estructura de cinco metros de diámetro por cuatro de alto concebida para ofrecer una experiencia inmersiva con 3276 bloques de plastilina de distintos tonos, es una suerte de matrioschka. Hay que atravesar primero una gruesa puerta con forma de lingote para ingresar en un espacio cubierto, con paredes negras y una extensa barra, diseñado por el arquitecto Mauro Bernardini y el estudio Berdichevsky & Asociados. Y luego otra para ver qué hay dentro de ese oscuro volumen gigantesco de doce lados, ubicado justo en el centro del ventanal que divide el interior del exterior. El contraste es impactante. La explosión de colores que producen los 3276 bloques de plastilina de múltiples tonos se potencia con un piso y un techo de espejos. Es una sensación casi mística, similar a la que produce la Capilla Rothko en Houston, aunque más íntima y alegre en este caso. Nada parecerá igual al salir hacia la parte de la terraza ubicada sobre la calle, con un techo corredizo que permite ver el sol o las estrellas, donde se realizarán actividades interdisciplinarias vinculadas con la cultura. En febrero, por ejemplo, se presentarán allí tres películas de Mariano Llinás vinculadas con Mondongo, que incluyen el registro del proceso creativo de esta obra.
En la sala de exposiciones de planta baja también se exponen dos Calaveras realizadas con plastilina, material que los artistas descubrieron en 2003 y cuyo potencial exploraron hasta utilizarlo como una forma de pintura. Veremos la Calavera 8, que hasta hace pocos días se exhibía en Los Ángeles y es una de las doce que hicieron entre 2009 y 2013, todas vendidas. Esta obra tiene dientes de libros y va de Berni a la Difunta Correa, pasando por Fogwill y un patito de hule. Se verá junto con la Calavera 2, que llegará de Bélgica con la historia de la humanidad vista en un televisor por los Simpson, sentados en su sillón junto con Hitler, Einstein, Saddam Hussein, Sócrates y gran elenco. Una vaca seccionada que remite a la que guardó en una pecera con formol Damien Hirst, sobre paisaje del Taj Mahal, donde es un animal sagrado. Está la obra emblemática de León Ferrari, La civilización occidental y cristiana, y también Le Déjeuner sur l’herbe de Manet. Todo eso en dos por dos metros de plastilina.
En esa variación contemporánea de los memento mori, los huesos de la cabeza humana están formados por microescenas que abarcan desde citas a obras de otros artistas hasta recreaciones de personajes como Adolf Hitler, Sigmund Freud y Jorge Luis Borges. Ellos tres integran un poblado grupo que mira televisión en una de las dos calaveras que se presentan ahora en la planta baja de Arthaus, nunca antes exhibidas en la Argentina. En la otra aparece también su gran amigo
Rodolfo Fogwill; personificado como el diablo, el fallecido escritor observa al público desde la rama de un árbol. El infierno está representado así en la primera etapa de la muestra llamada Sin título, para evitar alusiones literales.
Hay que subir una escalera y cruzar un telón negro para llegar al purgatorio, compuesto por otra instalación inmersiva que precede al paraíso de la terraza. En este caso, el público se enfrentará ante la inquietante situación de moverse a tientas entre dibujos de animales que brillan en la oscuridad, amenazados por un incendio que incluyó el aporte de Sergio Bizzio. La ambientación sonora con sonidos de la naturaleza, compuesta por Ismael Pinkler, llega a un climax cuando se ilumina el interior de la jaula de hilos fosforescentes, de esos que se encienden en la oscuridad. Adentro pondrán su muy conocido dólar de la serie Merca (2005) hecho con 30.000 clavos por lado, tejidos con hilo de acero: la cama de un faquir capitalista. Se verá en la sala del primer piso, junto con una serie de dibujos de animales también brillantes, Glow in the dark. Son de 2008 y se inspiran en los dibujos de los pintores y dibujantes viajeros que venían a relevar la flora y la fauna en la conquista. Van a estar en círculo alrededor del billete, detrás de un telón con luces apagadas (a veces, encendidas para cargar los dibujos), así el corazón de la sala lo ocupa el Dios del dinero, simbolizado por este enorme billete de dólar diseñado con 60.000 clavos. “En el centro –observa Mendanha- se ubica la codicia que provoca toda esta destrucción”
ANDRÉS BUHAR & VIRGINIA CASTRO (Textos) La mayoría de los mamíferos son daltónicos, pero nuestra especie desarrolló alrededor del fenómeno del color alquimias secretas y teorías científicas, sistemas enteros de equivalencias anímicas, sinestésicas y simbólicas, representaciones jerárquicas o aleatorias de dos y tres dimensiones, en un arco temporal que quizás haya comenzado con Aristóteles (que creía que cada individuo veía un color distinto).
Según la cosmovisión andina amazónica, la Wiphala surge del cruce de dos arcoíris, pero su organización definitiva en siete colores data del año 1979 y se debe en verdad al influjo de Isaac Newton, quien había elegido el número por analogía con las escalas musicales. Este ejemplo, entre muchos, nos pone sobre aviso de la existencia de vasos comunicantes entre la subjetividad y las teorías del color, algo que El Baptisterio de los colores (2021; 2024) del Grupo Mondongo toma como “piedra fundacional”.
Las doce caras interiores de este baptisterio remiten a las doce zonas del círculo cromático de Johannes Itten, el docente de la Bauhaus. Sus 3276 gradaciones cromáticas evocan, quizás, el diseño en cuadrante de una bandera identitaria (o los cambiantes juegos de luz contra los vidrios policromos de una catedral gótica). Esta “obra-arquitectura” erigida a la manera de un pantone hecho de plastilina nos convoca a inventar, en comunidad, una nueva liturgia del color.
Necesitamos desesperadamente edificios tan extraños como los que sueña Mondongo para ser felices otra vez.
OPCIONAL: hay una cafetería en este espacio cultural ARTHAUS
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