DÓNDE: TEATRO EL CRISOL - Malabia 611 - CABA - Teléfonos: 4854-3003
FUNCIÓN: viernes 1° de marzo a las 21.00 hs
DURACIÓN: 55 minutos
Entrada: $ 6.000,00 / JUBILADOS $ 5.000,00 / PROMO: 2 x $ 9000,00
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Nos encontramos en los albores de la nueva República Argentina (1840), Camila de 20 años se escapa al norte argentino con Uladislao, el cura de Santa María del Buen Ayre, para empezar una nueva vida.
Hoy, Camila desciende entre nosotros para revivir su historia. Ella nos cuenta de sus fantasmas, de su adoración por su abuela, de sus juegos de niña rica y a la vez de su compromiso por los olvidados. Ella sabe sobre los miedos del poder, y de su amor hacia un hombre prohibido. Ella es quien representa a todas las que le hicieron frente a los fusiles. Las que siguen trabajando por ser escuchadas y que se sostienen en la gran fuerza del amor.
Historia:" Todavía resuena en la memoria popular la muerte de Camila O’ Gorman. Sacrificio que Rosas (el restaurador), tuvo que ejecutar por presión moral del poder dominante y de la Iglesia Inquisidora de aquel entonces. Camila se enfrentó a esos preceptos y rompió reglas como enamorarse de un cura, Udalisdao Gutiérrez.Ya en el siglo 21, Cristina Escofet desde su pluma inquieta y luminosa, nos ofrece su poética mirada y su visión de la historia. Hace cuatro años realicé una puesta de esta obra en España, con muy buena repercusión en Madrid a pesar de no ser una historia local. Hoy, de la mano de Carla Haffar, traemos esta nueva versión de 'Ay, Camila'. Un manifiesto de humanidad y el reconocimiento hacia una mujer que representa a casi todas las mujeres en una lucha. Y que se extiende desde todos los tiempos hasta hoy".
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autoría: Cristina Escofet
Actúan: Carla Haffar
Vestuario: Alejandro Mateo
Escenografía: Alejandro Mateo
Maquillaje: Cholumakeap
Diseño de luces: Leandra Rodríguez -Adea-
Multimedia: Pablo Cernadas
Banda de sonido: Sergio Vainikoff
Fotografía: Pablo Cernadas
Arte: Ariel Chavarría
Comunicación: Marcos Mutuverría
Diseño gráfico: Pablo Cernadas
Asistencia técnica: Ariel Chavarría
Asistencia de dirección: Antonella Fagetti
Prensa: Paula Simkin
Producción: Ktp Korinthio Teatro Producciones, Pablo Cernadas
Dirección general: Pablo Razuk
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*Cada participante deberá comprar su entrada y confirmar su asistencia vía mail a: elsa.argentina@gmail.com
*Al finalizar la función si gustan, se puede ir a cenar por la zona ( Opcional )
*No solicito retribución alguna por proponer esta salida al teatro
*Nos vemos !
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Muy buen texto, gran actuación de la actriz Carla Haffar, una Camila muy lograda, transmite todos los sentimientos, alegría y picardía cuando habla de su abuela, como también el amor y la pasión por Ladislao, el dolor y la furia por su destino. Recomendable !!
Muchas gracias por acompañarme al teatro !!
OPINIÓN de MICAELA STEINBACH para La Butacaa Web: “Soy Camila O’Gorman. Aunque me vistan de rea. Vine a contar mi historia. No, mis fantasmas”. Gobierno de Rosas, 1848, Camila la de familia de bien, la que se enamoró del cura, la que se escapó, la perseguida, la fusilada. Ella inunda el escenario con su cuerpo y con su voz, lucha contra el silencio de la historia patriarcal. Es su grito contra el tronar de los fusiles.
ResponderEliminarLa historia de Camila O´Gorman ya se había tratado a través de otros lenguajes, como la película nominada a los premios Óscar dirigida por Maria Luisa Bemberg o la novela de Enrique Molina. “Ay, Camila”, dirigida por Pablo Razuk, es teatro y, por tanto, presente puro. En esta puesta sensible y dinámica, Camila resucita y trasciende el olvido y el silencio.
El texto de Cristina Escoffet conmueve. Camila va y viene entre el presente y el pasado plagado de fantasmas y recuerdos. A través de lo poético, que por momentos se vuelve canción, Camila cuenta sus miedos, recuerda a su abuela, a su familia, a su Ladislao a quien le habla como a una sombra presente en algún lugar oscuro del espacio. El amor y la injusticia lo atraviesan todo. El relato de Camila es un gran tejido donde las imágenes y el mundo sensible del ayer trágico se hilan con el presente de lucha y el futuro prometedor. Un texto que mantiene en vilo al público y con todos los sentidos despiertos.
El testimonio se vuelve carne en el cuerpo de Carla Haffar, quien logra que cada frase la atraviese y, en consecuencia, que (nos) atraviese. Desde la risa de niña hasta el llanto desesperado por la muerte del amado y la denuncia por lo injusto y la hipocresía social. Cuerpo y voz construyen un universo plagado de fantasmas y recuerdos: Carla Haffar es Camila y también es su padre, su madre, su abuela. El canto surge como un arroyo suave que se combina orgánicamente con la aparición de la palabra hablada. Carla Haffar se muestra permeable al fluir de las emociones, a las variaciones que el texto requiere para no caer en lo puramente panfletario y sin embargo, no dejar de denunciar un segundo la injusticia, la Iglesia, la cultura patriarcal y el silencio.
Esta variación entre los recuerdos y estados de ánimo de Camila se construyen también por los cambios de luces (Leandra Rodriguez) e intervenciones sonoras (Sergio Vainikoff) que disparan la memoria. A través de la construcción espacial (Alejandro Mateo) se crea la sensación de estar frente a un juicio o pelotón de fusilamiento, el público es quien juzga a esa, a ella. Camila se mueve por una tela en forma de pasarela manchada de tierra, gotas de sangre. En el centro, una silla que funciona como prisión, pero también construye los distintos espacios por donde ella transita el pasado de su vida. Silla y vestuario se transforman y adquieren otros usos según las exigencias del relato. La ruptura del objeto en tanto tal sorprende y terminade volver curioso y cautivante todo el hecho escénico.
“Ay, Camila” nos pone frente a la complejidad humana. Camila expone sus miedos y ambiciones, su defensa del amor y su denuncia frente a la injusticia. Traer su cuerpo y hacerlo bailar, cantar, llorar, denunciar. El recuerdo de Ladislao con todas sus tensiones, el lugar del deber, la moral y la familia. “Es que si me matan, yo voy a (…) Voy a resucitar”, así dice Camila y la obra traspasa la frontera de la ficción. Ella vive y vuelve una y otra vez. La obra deja reflexionando a quien sale de la sala y queda flotando tiempo después de atravesar la puerta. Hacer de la tragedia un motor de lucha por y para la defensa del amor y de lo justo. Camila canta, llora, resucita y no calla.
La historia de «Ay Camila» se sitúa en 1840 en los albores de la nueva República Argentina. Una joven de 20 años, proveniente de una familia acomodada, escapa al norte del país con Uladislao Gutierrez, un cura de Santa María del Buen Ayre. Su objetivo era empezar una nueva vida junto a Gutierrez. La historia oficial contará que esto no fue posible. Camila hoy regresa para contar su verdad.
ResponderEliminarO’Gorman revive su historia para contar sobre ella y sus fantasmas; su adoración por su abuela; sus juegos de niña rica y, a su vez, su compromiso por los olvidados. La joven conocerá en carne propia los miedos del poder y su amor hacia un hombre prohibido. Así, la obra pone acento en la historia de Camila O’Gorman como una mujer que representa a todas las que le hicieron frente a los fusiles. Las que siguen trabajando por ser escuchadas y que se sostienen en la gran fuerza del amor.
La obra “Ay, Camila” recupera la historia desde una mirada poética y la visión de su escritora, Cristina Escofet, quien junto a Haffar y Razuk crean una nueva versión. En ese marco, la misma tomará en cuenta el rol que tiene hoy en día la mujer en relación a la lucha por sus derechos.
“Nos parecía un material maravilloso, histórico y poético para volver a hablar de las cosas que se han callado en la historia argentina”, explicó Razuk a Nota al Pie.
Según lo investigado por varios historiadores, el fusilamiento de la pareja fue por el escándalo que implicó, más que por la acción en sí. Se estima que la pena de muerte se llevó a cabo por la presión de la iglesia, el padre de Camila O’Gorman y los unitarios, como Domingo Sarmiento.
En ese contexto, la clase alta en la sociedad argentina de 1800 estaba conformada por estancieros que se dedicaban a la importación y exportación. Asimismo, se encontraba lo que ahora podría definirse como clase media; compuesta por comerciantes, profesionales, empleados públicos, entre otros. Mientras que la clase baja estaba formada por peones y obreros.
¿Cómo era la sociedad argentina en 1800?
Según varios relatos se dice que la sociedad argentina por esos años todavía conservaba costumbres hispánicas. Por supuesto eran conocidas las tertulias y los saraos, que eran un poco más informales. El rol que tenía la iglesia y los sacerdotes era relevante, los ciudadanos les brindaban respeto. Sin embargo, en este tema estaba la doble moral, un condimento que fue crucial para la injusticia hacia Camila O’Gorman y el padre Gutierrez. Por aquellos años no se ignoraba que los sacerdotes tenían amoríos.
En unos de sus textos sobre el fusilamiento de Camila O’Gorman, el historiador Felipe Pigna menciona que el Deán de la Catedral y director de la Biblioteca Pública, Felipe Elortondo y Palacios, fue conocido por mantener un concubinato con Anastasia Diaz, quien era su sirvienta.
Asimismo, tuvo una relación con María Josefa “Pepita” Gómez, con la cual tuvo una hija. Elortondo y Palacios, es quien habría denunciado la fuga de O’Gorman y Gutierrez. Cabe destacar que tanto Pepita como el sacerdote habrían sido muy amigos de Juan Manuel de Rosas.
“Vivían en la misma casa y ella oficiaba de ama de llaves. Iban a Palermo, a lo de Rosas, y eran recibidos con una cosa medio picaresca. Si uno no se oponía al régimen, si no era un escándalo público, las cosas pasaban”, comentó la historiadora, María Saenz Quesada, en una entrevista sobre su libro “Mujeres de Rosas”.
A su vez, en el libro llamado “Cinco años en Buenos Aires (1820-1825)”, realizado por un inglés del cual no se conoce el nombre, relata cómo se vivía en esta ciudad por aquellos tiempos. En un párrafo menciona que mediante escándalos se hacían públicas las hazañas amorosas de los sacerdotes.